Las briznas oscuras que volaron desde Pampatar hacia Los Robles anunciaron un verdadero miércoles de ceniza. A las 2:30 de la tarde, un ventarrón levantó el humo que salía de un monte prendido por una bomba molotov , mientras que un contingente de la Guardia Nacional Bolivariana lanzaba perdigones y bombas lacrimógenas contra manifestantes en Jorge Coll, una zona residencial del este de Margarita.

Andreína, una asuntina que viaja a diario a trabajar a Pampatar, miraba desde su oficina con los ojos humedecidos algo que nunca había visto en veintitantos años de vida en Margarita: un enfrentamiento con detonaciones entre efectivos militares y gente común.

La guardia arremetió con fuerza y tomó sin mayores contratiempos la avenida Jóvito Villalba, uno de los bastiones de la oposición desde que comenzaron las protestas nacionales contra el presidente Nicolás Maduro el 12 de febrero.  Las barricadas colocadas justo frente a la Clínica La Fe y el Centro Comercial Rattan Plaza fueron destruidas en cuestión de minutos por 4 tractores operados por civiles y dirigidos por hombres vestidos de verde.

Otro hecho inusitado en la historia reciente de la isla fue la resistencia mostrada por los jóvenes, que se desplazaron hacia las calles de la Urbanización Jorge Coll y respondieron durante 3 horas a los ataques de la guardia. Fue una lucha asimétrica. Los efectivos resguardaban sus cuerpos con cascos, escudos y pesados uniformes antimotín.  Los muchachos resistieron en franelas y jeans, lanzando botellas y piedras. Algunos quedaron con el pecho desnudo al quitarse las camisas para cubrirse el rostro.

En esta batalla no hubo militares heridos. Sólo civiles fueron atendidos en la clínica o en los apartamentoscercanos. Una mujer de 47 años y su hija de 16 fueron atacadas dentro de su casa en la Avenida Aldonza Manrique, en Playa El Ángel.  La vía, conocida por reunir grandes farmacias, bodegones, restaurantes y cybercafés,  quedó en el medio de la zona de combate. Yuxely Martínez fue alcanzada por varios perdigones en el antebrazo izquierdo. Su joven hija recibió 5 en la cadena y un muslo. Llegaron a la clínica llorando, ensangrentadas, denunciando que los guardias apuntaron hacia ellas dentro de su residencia y dispararon.

 

No se conoce el número exacto de heridos porque la mayoría de los manifestantes buscaron resguardo en apartamentos cercanos y fueron atendidos por los vecinos o médicos voluntarios.

La guardia lanzó al menos 100 bombas lacrimógenas entre las 2 y las 5 de la tarde desde la misma esquina. El viento que soplaba hacia el oeste transportaba los gases tóxicos directo hacia el centro asistencial. La doctora Magaly Fonseca dijo que al menos 5 pacientes fueron tratados por asfixia, entre ellos una señora de 85 años. Uno de los estudiantes heridos fue golpeado en una mano y luego agarrado a rolazos en el lugar de la fractura, dijo una amiga que lo socorrió Zucarly Pereira.

Los guardias comenzaron a retroceder poco a poco al marcar las 5. Lo hicieron en pelotón, caminando de retroceso, con los escudos firmes, hasta montarse en las patrullas del Plan Patria Segura. Unas 20 mujeres que se encontraban a un lado de la avenida los insultaron durante la retirada y les cantaron a viva voz la canción del Miss Venezuela.

Los efectivos hicieron una última parada en la avenida Bolívar. Persiguieron a los manifestantes hacia la parte trasera del estacionamiento del Centro Comercial AB, disparando perdigones y bombas lacrimógenas. Testigos relataron que varios protestantes fueron detenidos en el lugar.

Los jóvenes regresaron inmediatamente a las avenidas Jóvito Villalba y Bolívar. Enfurecidos, gritaban improperios contra los militares y anunciaban que arreciarían la resistencia. Un joven reventó decenas de botellas contra el pavimento,  otros tumbaron 3 postes de luz, reventaron señales de tránsito, cortaron ramas para volver a levantar las barricadas. Ya entrada la noche, los manifestantes hicieron una enorme fogata en el medio de la calle, todavía poseídos por la adrenalina y la ira.

Cerca de las diez, hubo un enfrentamiento de piedras entre un grupo que se encontraba en la avenida Bolívar y otro que atacó desde la Playa Moreno. Las aceras y el pavimento ardían por el aceite derramado por los muchachos luego de la operación militar, haciendo irreconocible por unas horas la isla célebre por sus playas, su gente apacible, sus rumbas, el licor barato.

Al destacamento 76 de la Guardia Nacional Bolivariana en Los Cocos, Porlamar, llegaron unos 30  detenidos. A medianoche, los abogados del Foro Penal Venezolano habían logrado la liberación de todas las mujeres y la mayoría de los hombres.  La defensa impidió el traslado de los nueve detenidos que serán imputados el jueves ante el Ministerio Público. Los jóvenes durmieron en la instalación militar y no mezclados con presos comunes en los calabozos de la policía regional.

Los que participaron en la conmemoración del primer aniversario del fallecimiento del presidente Hugo Chávez tuvieron un día más tranquilo. En la mañana, el párroco de la Basílica Nuestra Señora del Valle ofició una misa en su memoria. En la tarde,  los alcaldes y diputados oficialistas asistieron a un acto en el Castillo San Carlos de Borromeo y lanzaron un cañonazo al mar.

Así comenzó la Cuaresma en Margarita. Llena de pólvora y ceniza.