El presidente de EEUU, Donald Trump, ha disparado su artillería de desagravios contra los migrantes desde que inició su carrera política. Y para nadie es un secreto que tiene una actitud poco amigable hacia los hispanos.
Su determinación por frenar el flujo de migrantes es tan firme que ha declarado un estado de emergencia nacional para construir un muro a lo largo de la frontera con México para “salvar al pueblo estadounidense de los violadores, los criminales y las drogas” que, a su juicio, fluyen de manera unilateral desde el sur.
Trump alega que se trata de un problema de seguridad nacional y está dispuesto a arañar importantes presupuestos federales para reunir la mitad de los recursos que le faltan para erigir el muro que costará a los estadounidenses al menos 8,000 millones de dólares.
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